sábado, 2 de julio de 2011

Viene de ahí la noche


Espalda fría, verso del ave,
vuelo los aires que derramas en cada alto
de desmesura y esplendor,

Sigo la voz que inclemente abate la noche.

Signos y signos de costa,
llamas de ausencia que me miran el paso,
fogatas mortales del paisaje que delinean
los consumos de lo que de mí se ha hecho inclemente:
mi mal,

¡Pero quién acaso soy como para yacer entre telones!

He aquí que encuentro donde cribar el destino,
silueta emergente de la aurora
y paso constelado del inmortal:
augurio que muestra lo incesante
ahora derramado y chapándolo todo
tras el candor de tu portación tranformadora;

Viene de ahí el canto.

1 comentario:

  1. cuántas voces abaten la noche del tiempo que seguimos. Cuántos males se queman en la fogata de los signos que arden en todas las costas. Por mi parte creo que cada llama es un nuevo canto inmortal de cenizas

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