martes, 24 de mayo de 2011

La filosofía lírica o la mansión del rebano.

A

Vi una cabra andar por el ruido,
más nunca recuerdo haberla visto.

Me marché para pastar tranquilo
mi sueño rumiente
entre los dos.


2

La posibilidad es la puerta por donde entra el cielo
Una canción que delinea la silueta del porvenir.

Los mismos signos del adviento.
Las mismas huellas del sol.


3

Lo que sucede debajo de las estrellas no tiene nombre,
Es nuestro verdadero corazón destrozado
Para vivir juntos,
Desterrados
al instante del sol,
lo único desfasado
de la proporción
de eternidad
trashumante.


4

Es tan fácil encontrarnos entre las piernas de otro cuerpo


5

Eventualmente el circo traerá a todas sus bestias,
Trapecios y alabarderos,
A todo su tropel de saltimbanquis pedantes,
Derrochados
E inauditos,
Imposibles al trato de los demás.

Ah!
pero es aque,
aquí,
ha sobrevenido un argumento permutable,
aparecido
y aparescente,
proyector:
No todos los circos son un sueño
Para alguien más.

Algunos fueron completamente vividos en todo su horror,
Incluso aquí, cruzando la calle,
Un pueblo lleno de mis hermanos indi-gentes.


6

Crónica de Huasca

La imagen del ascenso a la montaña es la imagen que requiero,
Que es,
simplemente,
la de soportar la intemperie del viento gélido del sol.

Como despertar muerto en medio de la desolación del tiempo
completamente descorazonado si no fuera por el alcohol
que se consume las rocas con las que has esculpido tu mente,
hermano, pequeño corazón
y maestro de la palabra.

Así te entierro,
en esta noche desolada a tu lado.


7

Un recuerdo encerrado de la antigua miel
Del tiempo humano:

El lenguaje codifica la totalidad del viento cruzado por la tempestad
De la creación,


8

Siglos y siglos sin registro
mas que el del silencio de la piel.

Tribus y clanes de manos sin maestro.

En el tiempo nada se ha perdido,
Viaja ahora en ondas de otra dimensión
Errante y perdida en lenguajes dementes
de diversas efusiones.


9

Hespérides

Al caso la filosofía lírica no adolece,
Corre con el viento sin prisa;
Si acaso exasperada
No con deses-peración,

Planeando más que volando su risa,
Aun sin la marca indeleble de la tempestad
Que nunca llega a romper el cielo
De su corazón.

Simplemente se requiere ser infantes,
Terribles,
y no tener terror de los bichos,
Los enfermos, de los invertebrados
E invertidos fluorescentes
O florecidos.

Pero es que ahora a los pequeños demonios
Los silenciamos más temprano,
Sin antes darles el control y el mando
De su futura tempestad,

Cada vez más fugaces
consumen su terrible imaginación,
desvocada,
en su visión particular de Orfeo
y de Edipo:
Narcisos que son una flor.


10

Eco, la flor que no desaparece.


11

La que cruzan para subir al cielo
En la última rebelión.


12

También habla sin el temor de dios,
A quien conoce de antemano como el amado.
La filosofía lírica no parte de proclamas,
Parte de sueños, de desvelos,
De huevos enterrados
En busca ser maestro,
Asesino
De todo el viento erogador,
Ella es también teología sin cielo:
un cacaréo de clockeantes
infelices

13

Un día contemplaremos horrorizadas
Cómo fuimos sólo nosotras
Las que poblamos la eternidad
Con nuestro dulce sabor derrochado.

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