miércoles, 16 de febrero de 2011

Corceles que cabalgan de lejos

¡Ojalá antes se hubiera sumergido en el amplio cielo o en el Hades, común a todos, aquel hombre que mostró a los helenos la guerra de odiosas armas que a todos afecta! ¡Oh infortunios creadores de infortunios nuevos! Ella fue la que empezó a destruir a los hombres.
Sófocles,
Ayax, v. 1190 y ss.


Sólo para con-templar la cabalgata de lo que se presenta como historia de la filosofía en los últimos 2,500 años:


“Si es nuestro propósito convencerles de que jamás reinó la discordia entre los ciudadanos de una misma república, y que no puede reinar entre ellos sin crimen, obliguemos a los poetas a que no compongan nada, y a los ancianos de entrambos sexos, a que no cuenten a los niños nada que tienda a ese fin”

La supuesta expulsión de los poetas ejecutada por Platón de antemano responde a la exigencia de verdad a éste, cuando que, antes y velado, esta veracidad exigida ya se encuentra inscrita en la lógica de lo trascendental, la esfera particular de reflexión que el propio Platón inauguró con su pensamiento.
Frente a esto se tendría que interrogar por la temporalidad de lo trascendental mismo, en el sobreentendido de que ésta no puede ser meramente la ausencia de tiempo, lo atemporal, tampoco el numénico número cabalístico del quantum de las categorías del ser, que cuando ya antes lo atemporal constituiría la negativa acaeciente de la temporalidad misma: el ser.

La misma inscripción de la lógica descansa sobre la escritura, que esta técnica es la única que faculta escribir, y, por tanto pensar, los tres principios lógicos.

Así, ante la convergente cruz de mi destino éstas son nuestras centrales indicaciones:

Heidegger escribe:

“Filosofía es fundación.
Fundadores son quienes, andando la esencia del ser [Seyn] llevan su esenciarse al fundamento de una esencia originaria de la verdad. Creadores, por el contrario, sólo remueven y acrecientan al ente. Todo fundador es –en una consecuencia a él indiferente – también un creador. Ningún creador es ya un fundador. Los fundadores son los insólitos de los solitarios. Ellos “poseen” su singularidad en tanto nunca encuentran a lo que les da posición y sostén, sino que tienen que proyectarlo y soportarlo sin protección ni apoyo como lo más cuestionable.
Los fundadores determinan los tiempos, apenas asibles, de comienzo y ocaso de épocas esenciales.
En el claro de lo por ellos fundado se encuentra la tormenta de esas decisiones, que no deciden algo pretendido, sino tan sólo elevan su esencia lo decidible y por decidir.” (Meditación; p. 64)


Pero en el 363 a.D. Platón escribe en su diálogo Politeia.

– En este momento, ni tú ni yo somos poetas sino fundadores de un Estado. Y a los fundadores de un Estado corresponde conocer las pautas según las cuales los poetas deben forjar los mitos y de las cuales no deben apartarse sus creaciones; más no corresponde a dichos fundadores componer mitos.
– Correcto – dijo –, pero precisamente en relación con este mismo punto: ¿cuáles serían estas pautas referentes al modo de hablar sobre los dioses?
– Aproximadamente éstas: deben representarse siempre al dios como es realmente, ya sea en versos épicos o líricos o en la tragedia.

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