viernes, 2 de julio de 2010

Posees mi alma

Posees mi alma, posees mi rostro,
posees
todos mis anhelos antes de haber nacido
entre tus tierras y dominios,
tú, gran señor de la hipocresía.
Leviatán silente, omnipresente,
que en tu orden de derecho
consumes todas mis lunas,
las cuentas y después de mi despojo
eriges tu dedo de deidad, inefable, intransigente.

Muerete de mis pasos y de mis versos,
muerete de mis sueños y proyectos.
Muereme de tu silencio,
de las iniquidades de tus rostros,
de las abominaciones de todos
tus actos y apropiaciones.
¡Falaz! Demonio escriba,
quema tus documentos
y redime tus acciones.
¡Falaz! Relata las iniquidades
y redime a mis hermanos.

No. Tú nunca harás eso.
Eres. No das justicia
más allá de tu mano.
Eres la única razón
que aceptas como Estado.

Libertad. No. Nunca harás eso.
Te multiplicas en mil monitores,
en mil inversores del evento,
que dicen el Hecho,
que refundan tus iniquidades
y suprimen el lamento.

Asesinas a mis hermanos
y los llamas criminales.

Tus rostros se abrazan
y en cada hijo siembras tu bandera.
Te llamas nación, pero sólo
alumbras tu provecho.

Te llamas Justicia, pero
eres violencia cobarde y legitimada.
Te llamas Héroe, pero
eres legión de escribas que sintetizan
en Historia el lacerar
las espaldas a los rebeldes y traidores.
La llamas Realidad, pero es tu violencia.

Te escondes en Villanos,
pero en cada uno de tus dientes,
monstruo voraz, hay algo peor que palabra.
Está la Verdad, la Belleza, la Justicia,
todo tu tropel de metafísico tribunal.
Sólo es habla lo que dices,
lo que oscuras del lenguaje.
Y del color de las rosas
nadie supo, sólo estúpidos poetas
que no entraron a tu servicio,
que se quemaron en buscar piel,
sí, incluso en tus actos.

Y aún de mi muerte querrás ser dueño.
Pero desde el silencio podré decirte No.
Tirano, el tiempo es mió,
mi amante es otra tierra.
La Tierra a la que pertenezco.

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