viernes, 2 de julio de 2010

Déjame te hablo del olvido

Durante milenios comíamos los astros en la tierra,
para descubrir de la sombra de las piedras,
las siluetas arcanas de nuestros dioses.

Después olvidamos los nombres,
y las piedras fueron la primera poesía
hecha del hombre, para el hombre.

Después nos perdimos en la mar,
pero los astros de nuevo fueron guía,
y a su fulgor, encontrados en la noche,
aprendimos a nadar hasta tus piernas.

Siglos, el tiempo transcurrió, temperante
y lento, lacerando los recuerdos de nuestra piel,
olvidando cómo seguir las velas. Entonces,
no quisimos saber nada más del cielo.

Así llegamos al desierto, pero, ¿sabes?
en el desierto también hay estrellas.

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