domingo, 4 de abril de 2010

Dulce infamia en tu risa, que si es eso resulta otro.
Que si es otro la vida ya se juega en otro tiempo.

¿Estoy muerto?
¿Qué dónde queda el llanto?

Dices alegría o felicidad y te creo pequeña hermana.
Pero la posesión es satánica,
y aun saboreo la sangre de tu alma,
en el decir de todas tus letras.

Todas tus letras ahora como sonido,
el soplo del Bóreas que delinea tu figura
en un horizonte sangrante.
Y así tu figura se delinea en el recuerdo
y me obsesa en las noches de los ojos púrpuras.

Los cierro y eres. Ya no sonido,
es carne imaginada y deseada los labios y tus piernas.
Descubro que ni en ensoñaciones te encuentras.
Que eres efecto de una palabra sangrante de mi propia alma.
Y que tu cuello no es mió sino mi propio delirio.

Despierto sin siquiera haberte dormido.

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